No
solo la derrota afecta psicológicamente, una victoria mal llevada puede
causar estragos si no se afronta de la manera adecuada. ¿Cómo
prepararse para una y otra? ¿Dónde está la llave? Manuel Oliva Real,
Psicólogo Clínico de Activa Psicología y Formación, desvela las claves
de cómo debe un deportista prepararse psicológicamente tanto para la
victoria como para la derrota.
Este
entrenamiento orbita en torno a tres ejes: un ajuste realista de las
expectativas, cómo se afronta el estrés y un análisis realista de las
atribuciones. “Las consecuencias que tienen en las personas los
acontecimientos están relacionadas con las expectativas que tenemos de
ellos y con el manejo del estrés derivado de los mismos”, explica Oliva
Real. De esta manera, si las expectativas son muy altas, “la más mínima
variación negativa producida nos puede someter a un alto grado de
frustración” que será difícil de encajar. Por eso, “lo más importante es
establecer metas realistas”. Eso sí, Oliva puntualiza que nunca debe
dejarse de lado la ilusión y la motivación por llegar lo más alto
posible. “La confianza y seguridad en uno mismo son fundamentales, como
lo es la capacidad de esfuerzo y sacrificio”, añade.
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La solución a esto no es establecer expectativas bajas porque, si
después el resultado las supera por mucho, “la persona puede verse
sobrepasada por el éxito”. Como bien señala Oliva, ni el éxito ni el
fracaso son absolutos, de manera que el deportista debe ser preparado
“para relativizar las consecuencias y analizar de forma realista las
variables que conducen a la victoria y a la derrota”. Eso sí,
diferenciando entre las circunstancias que dependen del propio
deportista y las que son externas. Todas entran en juego y han de
tenerse en cuenta.
Marcadas unas metas realistas, entra en juego el segundo factor. La
capacidad de la persona para afrontar el estrés “por las expectativas
que tiene de sí mismo y que los demás tienen de él”. Si el estrés no se
controla debidamente, el deportista puede acabar con un cuadro de
ansiedad o depresión.
La tercera clave marcada por Manuel Oliva Real, las atribuciones, tiene
que ver con lo que los expertos llaman “locus de control”. Explicado por
él mismo, este se refiere “a la atribución que realizamos de la
ocurrencia de los acontecimientos” y se establece en tres dicotomías:
interno-externo, estable-inestable y global-específica. Siendo
fácilmente identificable a qué se refiere cada una de estas dicotomías.
Manejando de forma adecuada las tres claves dadas por este experto, el
deportista no debería tener problemas para afrontar adecuadamente tanto
la derrota como la victoria. Aunque bien es cierto que a parte de los
mencionados aspectos, también influye lo que esté en juego. No es lo
mismo una eliminatoria de Liga de Campeones donde no hay casi margen de
maniobra que en un partido de Liga donde se premia la regularidad.
Se tiende a pensar que la derrota es más difícil de encajar, pero lo
cierto es que una victoria mal llevada también puede dar al traste con
el equilibrio emocional de un deportista o con su carrera. Puede ocurrir
que una victoria genere “expectativas muy altas que no se cumplen
posteriormente. Cuando decimos que a alguien se le ha subido el “éxito a
la cabeza”, estamos diciendo que la atribución que hace de la victoria,
la expectativa generada en uno mismo o en el entorno y el manejo del
estrés no son los adecuados”.
La importancia de la fortaleza mental
El concepto de fortaleza mental “hace referencia a la capacidad de una
persona para soportar la presión y el estrés producido por una
circunstancia”, explica Oliva. Cada persona cuenta con un “nivel óptimo
de estrés” diferente. Por eso es importante que cada deportista conozca
cuál es el suyo y así saber hasta donde es capaz de llegar. El nivel
depende de muchos factores como la personalidad, la presión externa, las
expectativas, la experiencia...
Por todo esto, Oliva Real concluye que es importante que “el
entrenamiento de un deportista sea integral. Trabajar únicamente el
apartado físico o técnico puede no ser suficiente para alcanzar el
éxito. Se hace cada vez más importante el apartado táctico, no solo en
lo deportivo, sino también en lo psicológico. Además, en ese
entrenamiento integral, hay que tener en cuenta las variables de
personalidad y las circunstancias personales por las que atraviesa un
deportista”.
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